Pero haciendo un poco de auto critica, y siguiendo con la idea de crear un proceso de investigación en torno al proyecto, nos surgen algunos miedos sobre los riesgos que puede implicar este tipo de experiencia : uno de los riesgos es caer en lo que Tristan Tremeau ha llamado “El artista mediador” [1]: que intenta "restaurar el sentido entre la obra y el espectador, de curar una sociedad enferma cuestionando la ecología, lo social y lo económico". Una práctica donde el artista se adjudica el rol de dirigirse al público, para que tome conciencia de los problemas de sociedad. Reforzando una dicotomía donde por una parte se encontraría el “pueblo” o los excluidos, que no tienen “voz” ni pueden revindicar y por otra parte “el artista” que brilla instruyendo “al pueblo”. Artistas relacionales donde sus diferentes producciones invitan a la convivialidad, al consenso y a un (pseudo) dialogo con los poderes públicos. En el caso del proyecto “Jueves milagro” en su primera parte de proceso, podemos defender y lidiar con este riesgo, que Tremeau describe, argumentando que para nosotros, el arte no esta en el centro del dispositivo. El arte es un útil de la manifestación, que nos “sirve para” y como tal pierde la importancia o el poder de instructor y con ello también se disuelve la figura del artista como iluminador social o genio oráculo. Si es verdad que con los “talleres de milagros” y con la recogida y síntesis de los deseos de los Sondikarras, estamos poniendo en evidencia, situaciones sociales de la vida cotidiana, también tenemos la pretensión de desacralizar las relaciones “ciudadano” “poderes públicos”, creando un pseudo dialogo intencionadamente carente de rigor y no forzadamente consensual que busca una eficacia de acción en los problemas reales (una de las razones por las que investigamos estos campos es la de abatir el aburrimiento o el “post aburrimiento” en el que el arte se consume hoy en día). En cuanto a si podemos caer en la trampa del “arte celebrativo", una especie de arte festivo y condescendiente que intenta agradar a todos o no. Para nosotros como proyecto experimental, es el reto, que nos queda abordar en la formulación de la segunda fase del proyecto “los milagros” que transcurrirán en octubre y de la que os tendremos al corriente.
jeudi 2 juillet 2009
Memoria de la primera fase de “Jueves milagro”
Pero haciendo un poco de auto critica, y siguiendo con la idea de crear un proceso de investigación en torno al proyecto, nos surgen algunos miedos sobre los riesgos que puede implicar este tipo de experiencia : uno de los riesgos es caer en lo que Tristan Tremeau ha llamado “El artista mediador” [1]: que intenta "restaurar el sentido entre la obra y el espectador, de curar una sociedad enferma cuestionando la ecología, lo social y lo económico". Una práctica donde el artista se adjudica el rol de dirigirse al público, para que tome conciencia de los problemas de sociedad. Reforzando una dicotomía donde por una parte se encontraría el “pueblo” o los excluidos, que no tienen “voz” ni pueden revindicar y por otra parte “el artista” que brilla instruyendo “al pueblo”. Artistas relacionales donde sus diferentes producciones invitan a la convivialidad, al consenso y a un (pseudo) dialogo con los poderes públicos. En el caso del proyecto “Jueves milagro” en su primera parte de proceso, podemos defender y lidiar con este riesgo, que Tremeau describe, argumentando que para nosotros, el arte no esta en el centro del dispositivo. El arte es un útil de la manifestación, que nos “sirve para” y como tal pierde la importancia o el poder de instructor y con ello también se disuelve la figura del artista como iluminador social o genio oráculo. Si es verdad que con los “talleres de milagros” y con la recogida y síntesis de los deseos de los Sondikarras, estamos poniendo en evidencia, situaciones sociales de la vida cotidiana, también tenemos la pretensión de desacralizar las relaciones “ciudadano” “poderes públicos”, creando un pseudo dialogo intencionadamente carente de rigor y no forzadamente consensual que busca una eficacia de acción en los problemas reales (una de las razones por las que investigamos estos campos es la de abatir el aburrimiento o el “post aburrimiento” en el que el arte se consume hoy en día). En cuanto a si podemos caer en la trampa del “arte celebrativo", una especie de arte festivo y condescendiente que intenta agradar a todos o no. Para nosotros como proyecto experimental, es el reto, que nos queda abordar en la formulación de la segunda fase del proyecto “los milagros” que transcurrirán en octubre y de la que os tendremos al corriente.
mercredi 10 juin 2009
Este proyecto está inspirado en la película Los jueves milagro (1957), del realizador Luis Garcia Berlanga. Se trata de una película que transcurre en un pueblecito balneario, muy apartado de la gran ciudad, que acaba convirtiéndose en un desierto despoblado de turistas. Desesperados todos sus habitantes, el alcalde y las personas más influyentes deciden organizar una serie de «milagros» con el fin de atraer nuevos clientes al balneario.
El arte público, es un evento, que se produce, o que tendría que ser producido (en un sentido utópico o figurado), como resultado de un deseo común. Puede tomar la forma de un evento anunciado o de algo que se intuye que va a pasar. Pero también podría consistir en la pura especulación sobre algo que no se sabe si está ocurriendo en realidad o es mero producto de la sugestión colectiva y, en verdad, nunca podría pasar.
Nuestra propuesta se despliega como una metáfora que intenta rescatar la acepción más extraordinaria y maravillosa de la palabra milagro para quedarnos con su parte creativa, pero liberada por completo de las connotaciones católicas del término. Planteamos una metáfora del artista, de la obra y de lo que se espera de él. Una ironía que sugiera más que muestre de forma que sea la poética del la imagen la que consiga hacer visibles, o menos invisibles, algunas de las ilusiones comunes de los habitantes de Sondika.
Las ideas para realizar los milagros surgirán a través de la realización de un “Taller de milagros”, basado en los útiles propios de los artistas y de las herramientas de la participación ciudadana, Un taller que realice una cartografía simbólica de los deseos colectivos a partir de un trabajo sobre el terreno de Sondika.
Para su realización partiremos de las experiencias cotidianas de los participantes buscando las aspiraciones comunes, los puntos de encuentro y de desencuentro, registrando los trayectos, las esperas, los paseos, las pequeñas historias vividas, los puntos sensibles sobre la percepción que tienen los habitantes respecto de su entorno urbano, Sondika, en relación con la ciudad de Bilbao, etc., siempre con el objetivo principal de trabajar, identificar y organizar colectivamente las ideas para, así, poder materializar al menos la ilusión, paso previo siempre a los milagros.
Esta cartografía no tiene por qué ser un fiel reflejo de la realidad, aunque sí que lo será de los deseos compartidos de los participantes. A partir de ella y jugando al “juego del arte”, que nos permitirá aplicar la creatividad colectiva al “arte del milagro” —resulte éste creíble o absolutamente increíble—, quizás algunos aspectos de la cotidianidad de Sondica puedan ser distorsionados hasta el punto materializar el milagro de atraer la atención de quienes han perdido la fe en sus propias posibilidades de transformar la realidad.